APARECE UN MANUSCRITO DE MÉRIDA

 Aparece el manuscrito de la “Historia de la Ciudad de Mérida”, de Gregorio Fernández Pérez


    Mérida cuenta con tres historias “clásicas”. La primera, la de Moreno de Vargas, publicada en 1633, la segunda, la de Forner y Segarra, que, aunque escrita en el siglo XVIII, no fue sacada a la prensa hasta 1893 por Pedro María Plano, y la tercera, la del párroco de Santa Eulalia, Gregorio Fernández Pérez, escrita en los años 30 del siglo XIX pero publicada en 1857 con el título “Historia de las Antigüedades de Mérida”. Sin embargo, la historia de Gregorio Fernández no fue publicada íntegra, sino que se mutiló. Más de la mitad de su extenso manuscrito permaneció inédito. Lo mismo ocurrió con sus dibujos de monumentos emeritenses, que fueron sacados solo parcialmente en grabados adjuntos a su libro. Pedro María Plano intentó buscar el manuscrito de don Gregorio a finales del siglo XIX para publicarlo junto con sus “Ampliaciones a la Historia de Mérida”, pero ya no lo pudo encontrar. Se había perdido, aparentemente para siempre.

    Pero la historiografía, como la arqueología, nos da sorpresas que nos permiten conocer nuestra historia hasta en aspectos en los que habíamos perdido toda esperanza. Y en mayo de 2018, tras un periplo por bibliotecas, libreros de antiguo europeos y americanos y testamentarías, apareció el manuscrito completo de don Gregorio, que el autor de este trabajo recuperó y que ahora se encuentra en su biblioteca, de vuelta a Mérida.

    En efecto, como decían Muñoz en su Diccionario bibliográfico-histórico y Vicente Barrantes, su título es “Historia de la Ciudad de Mérida”. Se compone de dos tomos, que se identifican con la parte primera y segunda de la obra respectivamente. La primera parte corresponde a la época romana y la segunda a la historia de la ciudad en tiempo de los godos y de los árabes, aunque también a la reconquista cristiana. También Barrantes acertaba en el hecho de que la historia eclesiástica fue eliminada de la versión impresa que, sin embargo, en el manuscrito tiene mucha importancia, destacando el “Libro de las Vidas de los Padres Emeritenses” que traduce por primera vez al castellano y que está comentado por el autor capítulo por capítulo. El manuscrito contiene, plegadas, diez láminas de monumentos de Mérida, dos de ellas inéditas, con un plano de la ciudad de Mérida, que después fue copiado por Ivo de la Cortina y publicado en 1867. Pero, además, el manuscrito aporta multitud de datos inéditos sobre Mérida y su comarca, sobre los baños de Alange, sobre las reliquias de la parroquia de Santa Eulalia, sobre la reconquista de Mérida y el obispado pacense, …

    Pero volvamos a la publicación del libro en 1857. Cuando don Bartolomé Romero Leal toma posesión como presidente de la Comisión de Monumentos de Badajoz y gobernador civil interino, lo primero que hace es promover la publicación del manuscrito de don Gregorio, como se refleja en el primer acta de la Comisión bajo su presidencia, el 6 de diciembre de 1854. Unos meses después se decide eliminar la historia eclesiástica. ¿Por qué se toma esta decisión? Se han esgrimido motivos de coste, sin embargo, los documentos del archivo de la Comisión de Monumentos nos revelan otras razones, más políticas que puramente económicas. En aquellos años se sucedían los gobiernos liberales de O’Donnell y conservadores de Narváez. Bartolomé Romero Leal, como liberal moderado, unió su carrera profesional a O’Donnell. Vista la rápida sucesión de gobiernos conservadores y liberales, no parecería sensato alinearse con ninguno de ellos actuando en una institución totalmente controlada por el poder político de una forma partidaria, como lo estaba la Comisión de Monumentos, siendo además gobernador de la provincia. Publicar una historia eclesiástica escrita por un clérigo conocido y perseguido en el pasado por sus convicciones y actuaciones monárquico absolutistas y antiliberales, no parece que fuese muy recomendable para un político con una brillante carrera por delante.

    Creemos que este manuscrito, después de casi 200 años sin ver la luz, merece que se dé ahora a la prensa, por ser una de las historias de Mérida más completas y tempranas, con múltiples aportaciones, y así subsanemos, como decía don Tomás Muñoz en 1858, aquel perjuicio que se le causó a su autor al publicarlo incompleto sin advertirlo. Y también satisfagamos el deseo de don Pedro María Plano, quien, a pesar de sus esfuerzos, no pudo encontrarlo ya a fínales del siglo XIX para publicarlo. Y parece que se va a cumplir ese deseo y podremos por fin sacar a la luz el manuscrito en los próximos meses. Es posible que la historiografía de Mérida hubiera sido otra si esta obra se hubiese publicado a su tiempo, pero nunca es tarde. La pica del arqueólogo descubre restos cuando nadie se lo espera al igual que la búsqueda del bibliófilo desentierra papeles de yacimientos ignorados.


José Manuel Novoa


















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